Cuando Josué y los israelitas, tras lu largo éxodo a través
de la península del Sinaí y de los desiertos del sur de Palestina, llegaron a
la tierra prometida, Jericó constituía la llave de paso hacia el dominio del
valle del Jordán, donde "corrían ríos de leche y miel" según el
relato bíblico, por lo que se impusieron conquistar la ciudad, protegida por
unos poderosos muros. Según la Biblia, cuando los sacerdotes tocaron las
trompetas y cuando el pueblo oyendo el sonido de los instrumentos, se puso a
gritar, las murallas de Jericó se derrumbaron.
En la tradición judeo-cristiana, la ciudad es conocida como
el lugar donde los israelitas retornaron de la esclavitud en Egipto, dirigidos
por Josué, el sucesor de Moisés.